Yoga significa Unión. Su raíz viene de «Yug» o Yugo, que une, como el yugo de los bueyes, para que puedan trabajar la tierra yendo en una misma dirección. Así nos trabaja el yoga, a nivel individual, uniendo nuestro cuerpo, pensamiento, corazón y espíritu, y a nivel familiar, uniéndonos con los demás, para poder encontrar una forma armónica de convivencia. Y así sucesivamente con el resto de la sociedad.
Personalmente no encuentro mejor manera de crear esa unión, que compartiendo mi práctica con mi familia, acercándoles a través del juego las asanas, pranayamas, cantos, meditación, relajación compartida entre nosotros.
Con la práctica de yoga en familia, se crea de manera espontánea, una comunicación no verbal que te expresa muchísimo más que las palabras. Miradas que te hacen sentir, caricias que desacen el conflicto, sonidos que nos acarician el alma, creando un ambiente armónico entre los miembros de la familia.
A veces pensamos que para el yoga, los cantos, rezos a uno mismo, los niños deberían tener una edad suficiente para entender lo que significan, y la realidad es que nos equivocamos al pensar esto, ellos entienden muchísimo mejor que los adultos lo que es compartir, sentir, admirar, dejarse llevar por las vibraciones, sentimientos y el amor.
A través de las asanas compartidas reconocemos el estado de nuestro físico, jugamos y reímos al practicarlas, nos destensan físicamente y en segundo lugar anímicamente. Respiramos con los pranayamas, desbloqueando, relajando y abriéndonos a percibir de los demás. Meditaciones conjuntas, para acabarnos de abrir a una comunicación libre y sincera, sin prejuicios, que nos permite acariciarnos el corazón. Música y cantos que nos invitan a dejar libre nuestras almas para que se acaricien la una a la otra, borrando las impresiones negativas, evitando que se queden gravadas en ellas, sanando.
Un espacio de tiempo compartido donde nos podemos observar desde otra perspectiva, oportunidad para el contacto, para oírnos respirar, para sentir el latido del corazón de nuestros hijos y ellos el nuestro, ese que a veces olvidamos con las rutinas diarias, para fortalecer el vínculo familiar, y para ¡¡pasarlo bien!!
Cojeos de las manos formando un círculo, separad las piernas, sentid el calor de las manos que te acompañan, con los ojos cerrados haz dos inspiraciones profundas y tranquilas, conectando con vuestra familia y con vuestro estado anímico.
Vuelve a inspirar, retén el aire en tus pulmones un instante y al espirar flexiona el tronco hacia delante hasta que vuestros cuerpos queden paralelos al suelo, y en ese trayecto busca la mirada de ¡¡tu familia!! vuelve a inspirar y sube el tronco hacia su postura inicial, con una sonrisa, vuelve a flexionar hacia delante dejando ir el aire de tus pulmones y buscando otra vez la mirada de ¡¡tu familia!!. Así como si fuerais un equipo que se tira de un avión en paracaídas y forma un circulo sostenido en el aire, respirando y manteniendo ese círculo familiar unido, contando siempre con la importancia y el respeto del otro para poder permanecer así. Respirad varias veces, y cuando creáis que es suficiente, simplemente permaneced unos instantes de pie, con los ojos cerrados, ¡¡SINTIENDO A TU FAMILIA!!
No dudéis en encontrar vuestro tiempo para compartir con vuestros hijos tiempo de yoga en familia, buscadlo en casa o buscar un centro donde os guíen en la práctica. No dudéis de la experiencia sanadora de la practica de yoga en familia, sin grandes pretensiones, dejándoos llevar para simplemente ¡¡ESTAR PRESENTE CON TU FAMILIA!!
Om Shanti.
Marga Martin
@petitsgurús