Namasté.
Este verano tuve por fin la oportunidad de viajar a India, la que dicen es la cuna del yoga y la espiritualidad. Y la verdad, fue un viaje maravilloso y transformador. No voy a tener suficientes palabras para poder explicar todo lo que allí viví, porque en gran parte, es algo que debe vivir cada uno con su propia experiencia, según su bagaje y su estado personal en ese momento.
Para mí ha sido maravilloso, enriquecedor, de descubrimiento y crecimiento personal, tanto por lo vivido como por con quien lo he vivido.
Lo he podido experimentar con un grupo de personas maravillosas, cada una de ellas con su propia vivencia, pero con las que, a la vez, nos ibamos impregnando unos a otros de una energía especial, creando una sensación de apoyo, confort, cariño y amistad, como si nos conociéramos des de hace mucho tiempo.
Muy especialmente para mí, pude realizar este viaje con uno de mis hijos, de 10 años de edad, al que estoy tremendamente agradecida por haberme guiado en este camino. No sólo hemos vivido una experiencia maravillosa en este país lleno de contrastes y contradicciones, si no que además, nos hemos dado la oportunidad, sin proponernoslo, o sí, de sanar nuestra relación, es decir, de volver a conectar igual que lo estábamos antes de que su hermano naciera. No es que hubiera nada que arreglar en nuestra relación que es excelente, pero al igual a alguna madre o padre le resuena esto que voy a decir, y es que, sutilmente, cuando un nuevo miembro de la familia llega a casa, las relaciones anteriores cambian, se rompen para renacer de nuevo, y en ese proceso, a veces, no podemos prestar atención a sanar y terminar bien algo, para empezar de nuevo y con más fuerza lo siguiente.
Nos hemos dado el tiempo para reconectar sin interferencias, para terminar con un proceso de vida y empezar con otro igual de intenso y maravilloso.
Ni que decir tiene, que él, también ha realizado su crecimiento interior, al igual, mucho más grande que el mio, no sólo de ver y darte cuenta de que estamos en una burbuja aquí en occidente, que debemos agradecer y valorar todo lo que tenemos, si no también, por la conexión espiritual que allí se da, mires donde mires. Un viaje muy enriquecedor y de vida para un niño de esta edad.
Tuvimos la oportunidad de practicar yoga en varios ashrams (escuelas de vida) y escuelas oficiales, reconocidas y apoyadas por el gobierno de India, donde se aprenden de la manera más fiel y austera, las técnicas de Ha-tha Yoga, Astanga Yoga y meditación Kriya Yoga.
Pudimos practicar en el Instituto Nacional de Yoga Morarji Desai, en Delhi. En Dharamsala, en el monasterio del Dalai Lama, en una de sus salas, con el maestro Vijay Amar, un honor. También allí pudimos recibir una muy interesante charla sobre Ayurveda, con Amrita Sharma, doctora en ayurveda. Participar de la estancia aquí con los monjes budistas y participar de sus prácticas, de sus oraciones y estudio fue fantástico, enriquecedor y sanador, me quedo sin palabras.
Conocer y practicar con el maestro Surinder Singh, en Swasti Yoga en Rishikesh, corrigiendonos con mucha atención, tuvieras el nivel que tuvieras, incluido mi hijo, con amabilidad y ganas de que aprendas y con un pequeño satsang final, donde preguntar y compartir.
Y bendecida por haber tenido la posibilidad de poder entrar y asistir a una sesión en el Ashram de Kriya Yoga, también en Rishikesh. Kriya Yoga es la meditación base de nuestra escuela, y se transmite de maestro a alumno tradicionalmente. Toda una experiencia lo que allí se siente y se vive a las 5.00h de la mañana, al empezar con las rutinas de estiramientos y pranayamas antes de iniciar la meditación de kriya Yoga.
Este post sería demasiado largo, si quisiera explicar todo lo visto y vivido, pero creo que las imágenes pueden hablar por sí solas. En nuestro recuerdo, y siempre con la intención de volver, quedan las calles de Delhi, con sus tiendecillas, su ajetreo, el sonido incansable de claxons, sus templos, un Fuerte Rojo precioso, des de donde se puede ver el Taj Mahal a lo lejos; una maravilla que pudimos visitar en Agra.
Un Dharamsala con una energía espectacular, sus apenas dos calles, llenas de tiendecillas con sus productos artesanales, su rica comida, sus monasterios y su camino meditativo lleno de banderas tibetanas, que junto a sus mensajes, las oraciones diarias de sus monjes y sus rodillos de pregaria, impregnan energéticamente cada átomo que allí se mueve, sintiendo una paz indescriptible.
Rishikesh, con la fuerza de su río Ganges, la madre Ganga, que todo arrastra y se lleva, una fuerza que impresiona, sus maestros, renunciantes, sus ofrendas, deidades,… La convivencia entre humanos y naturaleza. Personas, animales y vehículos circulando por un mismo sitio, «respetando». Miradas curiosas, sonrisas sinceras,…
All Word Gayatri Pariwar, en Haridwar, la puerta del Ganges, ciudad santa, que recibe miles de peregrinos que la visitan des de lugares lejanos de India para hacer allí sus ofrendas.
Y sí claro, también hay cosas no tan agradables o buenas, como la extrema pobreza, falta de medios, higiene, medicinas, ect., que nos deben de poner con los pies en el suelo y hacernos más humildes.
Anantapur. Fantástico el trabajo que realiza la Fundación Vicente Ferrer, impresionante. Recibimos la mejor de las atenciones en su centro, amigables, cercanos, cálidos, alojamiento austero y acogedor, eficaces y eficientes ante cualquier cambio que surgiera, comida excelente, como en casa. Realizan un trabajo impresionante.
Mucha emoción al conocer a nuestros apadrinados y sus familias, toda una fiesta para ellos y para nosotros, muy agradecidos por todas las ayudas que desde fuera les enviamos. No tengáis dudas si queréis visitarlos y conocer en persona su proyecto, y por supuesto ¡apadrinar!
Agradecer mucho las clases que Swamini Ajna nos ofreció durante el viaje, para ayudarnos a empezar bien el día y sobrellevar mejor las horas de viaje, así como a Bhagavan, por su calidez, simpatía y alegría, y también por su especial ¡Yogabús!. A ambos por su entrega y atención, para que estuviéramos lo mejor posible en todo momento.
A Swamini Danda y Yoga Ashram (Caldes de Montbui), por organizar este viaje en base a su gran esperiencia, por su insistencia y gestión para poder acceder a todas las visitas.
Y a Kipplin Viatges (Barcelona), excelente agencia, con la que fuimos de la mano durante todo el recorrido del viaje a través de sus guías en India. Un excelente servicio con una gran calidad humana.
De bien seguro volveremos a visitar esa tierra tan especial.
Shukriyaa. Om Shanti.
Marga Martin
@petitsgurús