ERMITAGE. Hacer de ermitaño.

1 de enero del 2023

 

Dentro de todo lo que nos enseñaba mi maestra de yoga en el Ashram, estaba la práctica de un tiempo como ermitaños en el bosque, lo que llamaba un «Ermitage».

Nos invitaba a ir a pasar mínimo 24 h. en soledad en la naturaleza. Si la temperatura era buena podíamos dormir a en medio del bosque, algo que es maravilloso. Si la temperatura era más fría, siempre buscando algo sencillo en donde refugiarte sólo para dormir. Lo único que nos podíamos llevar era una libreta y un lápiz para escribir.

Mi primera vez en Ermitage fue voluntaria, en el 2006, y digo voluntaria porque entonces no me planteaba la opción de formarme como profesora de yoga, simplemente era practicante. Fue toda una experiencia.

Permitirte un espacio de tiempo a solas en contacto directo con la naturaleza te permite vaciarte de lo que no te beneficia, de los excesos, ya sean exigencias de trabajo, del hogar, de lo social o bien las exigencias autoimpuestas. Descargar mochila de lo que «deberías»… desconectar de todo lo electrónico, de la gente… ¡vaciarte completamente de todo!

Y permitir llenarte y recargarte de lo que ¡sí necesitas!, del aire fresco y limpio que eleva tu energía, de descansar, de conectar con la energía de la naturaleza, liberar un mente y tu corazón. Y desde ahí poder escuchar claramente lo que tu voz interior te dice. (En mi segundo Ermitage supe que estaba embarazada de mi segundo hijo, aún no estando en el tiempo de la primera falta para poder hacer el test).

Ese espacio de tiempo en soledad, te permite luego poder ver las cosas desde otra perspectiva, siendo más equitativo y honesto contigo misma/o a la hora de tomar decisiones, valorar lo que tienes, proyectar hacia dónde quieres llevar tu vida.

Al principio puedes sentirte extraño, hasta cuestionarte si estás haciendo lo correcto, es decir, a mí en las primeras horas de soledad, me asaltaban las dudas, las resistencias…, me preguntaba ¿pero qué estoy haciendo aquí en medio sola? ¡con la de cosas que tengo por hacer! ¡estoy perdiendo el tiempo aquí!…

¡Vaya! como si de una dependencia se tratara y estuviera en la fase del ‘mono’.

Pero a medida que iba pasando el tiempo, me iba acomodando y relajando… y entonces es cuando surge el poder escucharte y sentirte a ti mismo/a sin ruido mental, y disfrutar de ti y del entorno sin interferencias.

Parece sencillo ¿verdad?, pues ¡es un gran reto!

Te animo a que lo hagas de tanto en tanto, si no te atreves por libre, hay lugares donde facilitan retiros, busca el que más se adecúe a ti, pero ten presente que, cuanto más austero y con más tiempo en soledad para ti mejor, es decir, que no sea un retiro con un planing para hacer durante la estancia, se trata de estar contigo misma ¡sin plan! y sin interrupciones.

Os comparto en las siguientes líneas que escribí en mi primer Ermitage.

 

«Después de ir subiendo por un camino empinado y pedregoso, al no encontrar ningún lugar que me pareciera bien para ponerme, he vuelto hacia atrás (quizás esta fue una de mis primeras resistencias).  He ido hasta encontrar otro camino también empinado y al fin he encontrado un poco de espacio donde estar. Me he recuperado de la calor y del mareo y me he encontrado a gusto.

Para mi sorpresa, he podido contemplar una maravillosa puesta de sol, con unos colores muy cálidos, como hacía años que no veía.

El ambiente que respiro es sereno y lleno de energía tranquila. Puedo sentir el canto de los pajarillos, las palomas y la calma del bosque.

Poco a poco mis sentidos se van adaptando al entorno, al silencio y su armonía. Cada vez me siento mejor, respiro un aire fresco y nutritivo a la vez.

Me he despertado varias veces durante la noche, por la incomodidad del suelo, pero me ha sorprendido no tener nada de miedo (más resistencias superadas, ¡los bichos!).

También me ha sorprendido el poco ruido que he escuchado durante la noche, ni tan solo las ramas de los arboles se movían. Solo el sonido de algún animalito.

Ahora está saliendo el sol,  y se empiezan a oír los pajarillos cantar. Es un despertar sereno y a la vez lleno de energía y vitalidad, se respira en el ambiente.

La salida del sol ha sido espectacular, tonos rojizos cálidos. Poco a poco, el sol, nos ha ido tocando a todos, a los arboles, arbustos, a la tierra, mi cara, mis manos,…

Durante un rato, he podido observar a una ardilla, que a la vez, ella me observaba a mi. Ha dado toda la vuelta a mi lado, saltando de árbol en árbol mirándome hasta que ha llegado al final y se ha ido. ¡He podido sentir el sonido que hace una ardilla!

El día se ha ido despertando y empieza la rutina en el bosque, menos para mí, que hoy no tiene nada de rutinario, al contrario.

Ha estado una buena experiencia, me he sorprendido de mi tranquilidad al estar en medio del bosque sola, por la noche, y no sentir miedo. Todas las resistencias que tenía al venir han desaparecido.

He cargado pilas, me he empapado del bosque y del sol, de la energía que emanan, sintiéndome parte de ella, y aunque ahora mismo no sepa qué decisiones debo o no tomar, seguro que cuando lo haga, será con más consciencia.

Agradezco la oportunidad de haber podido vivir esta experiencia, sin nada más que uno mismo para llevar.

GRACIAS, GRACIAS, GRACIAS.»

 

Te animo a buscar espacio para ti, para poder conectar con tu verdadero yo, y poder así ver con claridad tu grandeza, que forma parte de algo mayor que nos acoge.

 

Om Shanti.

Marga Martin

www.anandhiyoga.com

@petitsgurús